Ideas o creencias by Andoni Unzalu

Ideas o creencias by Andoni Unzalu

autor:Andoni Unzalu [Unzalu, Andoni]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2018-03-31T16:00:00+00:00


Capítulo 5

LA DEMOCRACIA

Es difícil hablar sobre democracia con un nacionalista; la conversación siempre está trufada de peticiones de principio, de malentendidos y de proclamas infantiles. Si tú le preguntas a un nacionalista qué es la democracia, te contestará sin vacilar: Pues qué va a ser, que el pueblo decida su futuro. Esta forma infantil de entender la democracia ha hecho fortuna entre nosotros, y no solo entre nacionalistas, sino que se han unido con entusiasmo progresías varias. Democracia quiere decir que el pueblo es soberano para decidir cualquier cosa, añadirá el progre. En principio, el nacionalista y el progre utilizan la palabra «pueblo» con dos acepciones diferentes, pero no es raro que se confundan y terminen diciendo lo mismo. Porque, en el fondo, ambos incurren en el mismo error, el de creer que «el pueblo» es una entidad real existente, cuando en el fondo el pueblo es un ente «inencontrable» o «inexistente», es una pura invocación política retórica.

Yo les digo que no me parece tan sencillo eso de decidirlo todo. Para empezar, ¿quién puede votar? Pues todos, todos tenemos derecho a votar, responden a la vez. Hombre, todos, no sé. Nos costó mucho conquistar el sufragio universal y, aun así, todavía tuvimos que esperar hasta el año 1931 para que las mujeres pudieran votar. Durante la Segunda República solo votaban los mayores de 21 años; ahora, los mayores de 18 años, y los nacionalistas andan pidiendo que puedan votar los mayores de 16. ¿«Todos», qué quiere decir?, pregunto. Vale. Pues pongamos que «todos» somos los mayores de 18 años. ¿Y qué hacemos con esa herida democrática de los inmigrantes, que, por muchos años que lleven con nosotros, si no les concedemos la nacionalidad no pueden votar? ¿Te acuerdas cuando decíamos que vascos eran todos los que trabajaban y vivían en Euskadi?, le pregunto al nacionalista. Sí, pero entonces solo teníamos inmigrantes españoles, lo de ahora es otra cosa, contesta. Pero la democracia consiste, precisamente, en que el poder escuche a todas las personas a las que afectan sus decisiones, sean de dónde sean.

Entonces, ¿todos podemos votar todo? Por supuesto, me dice. ¿Uno de San Sebastián puede votar si hacer o no una calle peatonal en mi pueblo? Por favor, es de lógica, responde, yo no puedo votar las cosas de su pueblo, y ellos no pueden votar las del mío. Es de sentido común.

O sea, le respondo, que ese «todos» se divide, a su vez, en otros «todos», según qué cosa haya que decidir. Pues claro, las cosas de mi pueblo se deciden en mi pueblo, las de Vizcaya en Vizcaya, y las de Euskadi, entre todos los vascos. Los vizcaínos no podemos decidir las cosas que corresponden a Euskadi, eso lo tenemos que hacer entre todos los vascos, según tú. Entonces, por la misma lógica, las cosas de España tenemos que decidirlas entre todos los españoles y las de Europa, entre todos los europeos. Alto ahí, que yo no he dicho eso. Y, el nacionalista, que ya ha discutido



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